El derecho a la cultura en Honduras
Por: Walter Enrique Ulloa Bueso
Parece importante dar a conocer el programa del gobierno en el campo fundamental para el desarrollo integral del país. Hemos insistido en la necesidad de que el pensamiento y la práctica de los partidos sean de contenido renovados, y claramente expuestos ante la opinión pública, mediante pautas actualizadas de una futura gestión del gobierno. La universalización de modernos derechos sociales obliga a los conductores de la política en Honduras, a no quedarse atrás y mucho menos focalizase dentro de imágenes del pasado, ya superados.
Hoy deseamos insistir en la prioridad de un derecho de la comunidad, que el Estado no puede dejar navegando a la deriva entre la compleja marejada de numerosos derechos que se formulan, y en los que nos ponemos medianamente al día, más por exigencia de organismos internacionales de que formamos parte, ajustada a nuestra realidad histórica y social, me refiero al derecho a la Cultura.
La inserción en los planes culturales municipales en el programa nacional de desarrollo, revela el creciente interés de los poderes públicos importante introducir los criterios y objetivos en la toma de decisiones y la capacitación del recurso humano dentro del campo cultural. Honduras deberá conocer de cerca la experiencia cultural comparada y los que accedan a los futuros gobiernos que deben orientar esfuerzos vigorosos es ese sentido, para no seguir perpetuamente rezagados en áreas tan vitales para el desarrollo que buscamos.
Cuando la UNESCO convocó en 1970 desatollar en la república de Venezuela a la “Primera Convención Intergubernamental sobre Aspectos Internacionales, Administrativos y Financieros de las Políticas Culturales”, se desencadenó un profundo proceso de dilucidación e intercambio de experiencias comparadas sobre la materia en el mundo. A aquella convocatoria siguió en México que fue titulada “Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales”. En ambos casos quedo muy claro que en el contenido ético político de nuestra disciplina debe centrarse en dos concepciones relativamente nuevas la de EL DERECHO A LA CULTURA como derecho fundamental humano y con unaDIMENSIÓN CULTURAL DEL DESARROLLO como finalidad esencial de la comunidad.
La opinión pública hondureña no ha sido sensibilizada suficientemente y, antes bien, se le ha querido meter en la cabeza, a manera de ablandamiento. Debemos repetir que el hecho de poseer una cultura común es el rasgo que condiciona la existencia de una nación y que todo intento de desarrollo del país debe ser, además de económico, básicamente social y cultural si se busca integrar armoniosamente la relación Individuo – Sociedad – Estado.
Prediquemos, a través de los medios oficiales, universidades, organizaciones no gubernamentales, la empresa privada, organizaciones comunitarias, los partidos políticos y la voz de las organizaciones del Estado, el desarrollo cultural no es solo en las artes y que no debe considerarse como un lujo del cual las sociedades pueden abstenerse más o menos libremente.
El desarrollo cultural y el pleno derecho a la cultura, condicionan el progreso social y cívico dentro de un proceso armonioso al servicio del hombre, de su ubicación en el mundo, de la toma de conciencia de sus posibilidades físicas y espirituales y de su condición de ciudadan@s, “más allá de su papel de consumidor o productor que le viene impuesto por el puro crecimiento económico”.
Cultura es libertad. Eso lo ignoran los terroristas y los totalitarios, pero no nuestro gobierno democrático que debe centrar con precisión el cometido del Estado en el enunciado de una política cultural. Y lejos de prestarnos una justificación indirecta del dirigismo cultural del Estado, porque uno de los mayores males de nuestro tiempo, es no tener una política cultural digna de este nombre no consiste en fabricar UNA CULTURA DEL ESTADO, sino en favorecer el florecimiento de valores y aspiraciones culturales de la comunidad en su diversidad, para que inspiren la acción del Estado en todos los dominios.Walter Enrique Ulloa Bueso.