Game Changers 2023: La cocaína, entre el fogonazo y el estallido en 2024

El cultivo de coca y la producción de cocaína ya no son competencia exclusiva de Colombia, Perú y Bolivia. Honduras y Venezuela albergan ahora plantaciones de coca a escala industrial.

Los precios de la coca se han desplomado en algunas zonas de Colombia en medio de un récord de hectáreas cultivadas.  ¿Podría el exceso de oferta conseguir lo que años de erradicación no han logrado, impulsando a los cultivadores de coca a pasarse a los cultivos legales?

Eso son meras ilusiones, pues los precios mundiales de la cocaína se mantienen estables incluso cuando los traficantes desarrollan nuevos mercados en Asia y las mafias europeas asumen un papel cada vez más importante en el comercio mundial. 2024 será el año en el que la cadena de suministro de cocaína alcance los niveles récord de cultivo de coca.

Las razones de la caída de los precios de la coca en algunas zonas de Colombia obedecen a tres dinámicas diferentes: el conflicto en las zonas de cultivo, que crea incertidumbre y aleja a los compradores; la saturación de las rutas de contrabando de drogas que salen de Colombia en medio de las elevadas incautaciones, y el crecimiento extraordinariamente rápido del cultivo de coca, con el que las cadenas de suministro han tenido dificultades para seguir el ritmo. Pero creemos que durante 2024 esta brecha se cerrará, y el crimen organizado mundial, especialmente en Colombia y Perú, disfrutará de beneficios hinchados.

«No hay mucha evidencia de que se trate de un problema de sobreoferta, sino más bien de confianza, porque las reglas del juego no están bien definidas», dijo a InSight Crime Candice Welsch, representante para los países andinos y del Cono Sur de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). «No hay controles hegemónicos del mercado, lo que genera incertidumbre entre los productores que no quieren arriesgarse a represalias por vender sus productos a los grupos equivocados».

Una nueva ronda de combates por el tráfico de cocaína en Colombia se detonó después de que un acuerdo de paz de 2016 condujera a la desmovilización del mayor grupo rebelde del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Las FARC controlaban más de la mitad de los cultivos de coca de Colombia y la producción de base de coca, que posteriormente se cristaliza en cocaína. También constituían una ventanilla única para los traficantes, ya que no solo garantizaban el acceso a la materia prima, sino que protegían los laboratorios de droga, los corredores de circulación interna y los puntos de partida.

Ahora los traficantes tienen que enfrentarse a múltiples facciones beligerantes en zonas que antes dominaban las FARC: los llanos orientales, las selvas del sur y gran parte de la costa del Pacífico.

Hoy, múltiples actores criminales se disputan el control, entre ellos los grupos disidentes de las FARC, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), que tienen sus raíces en el cártel de Medellín de Pablo Escobar. Esta contienda se desarrolla exactamente en el mismo momento en que el gobierno del presidente Gustavo Petro intenta negociar el fin de un conflicto civil de seis décadas.

Mientras un kilogramo de cocaína en Colombia se venda a US$2.000 y alcance hasta US$25.000 en Estados Unidos, US$35.000 en Europa, US$50.000 en Asia y hasta US$100.000 en Australia, el narcotráfico seguirá vibrando y adaptándose a los cambios en las condiciones de la oferta, el transporte y la demanda. Y lo hará rápidamente.

La producción potencial de cocaína solo en Colombia ha aumentado desde 2018 en 600 toneladas, pasando de una posible producción de cocaína en 1.120 toneladas en 2018, a 1.738 toneladas en 2022. Este aumento en solo cinco años tiene un valor de US$1.200 millones a precios de origen en Colombia, y de al menos US$20.000 millones en los mercados mayoristas internacionales. Se trata de una enorme ganancia potencial para el crimen organizado transnacional y los traficantes mexicanos y europeos ya están haciendo cola para conseguir su parte de la bonanza de la cocaína colombiana.

Con el creciente volumen de envíos de cocaína, aumentan las incautaciones. La administración de Petro dice que incautó 697 toneladas de cocaína en 2023, un 13% más que el año anterior.

Sin embargo, el índice de incautaciones apenas sigue el ritmo del aumento de la producción. Mientras que la política gubernamental de reducir la erradicación de los cultivos ilícitos significa que la producción potencial de cocaína sigue aumentando, incluso aunque, como sugirió la ONUDD a InSight Crime, el cultivo de coca se está estabilizando.

«Aunque actualmente no se esté cosechando coca en algunas zonas del país, los arbustos de coca siguen creciendo», afirma Sergio Uribe, experto en drogas que ha trabajado con la embajada de Estados Unidos en Bogotá y con la Unión Europea. «En cuanto el mercado esté listo, se cosechará la coca. Actualmente, hay cocaína amontonada en la cadena de suministro, a la espera de ser exportada. Se trata de un producto no perecedero que tiene una vida útil, si se envasa al vacío, de al menos cinco años».

El mercado estadounidense de cocaína se ha mantenido relativamente estable durante años.  El mercado europeo sigue creciendo.  De las 10 mayores incautaciones de cocaína de la historia europea, cinco se registraron durante 2023, según una base de datos de InSight Crime.  La mayor incautación de este año en Europa fueron 10 toneladas descubiertas en el puerto de Hamburgo en julio, por un valor estimado de US$3.500 millones a precios mayoristas. Cada vez es más frecuente la detención de criminales europeos en América Latina, ya que negocian para asegurarse la cocaína en su origen y tratan de maximizar sus ganancias por kilogramo organizando su propio transporte. La base de datos InSight Crime también reveló que 38 narcotraficantes europeos de alto rango han sido arrestados en toda América Latina y el Caribe desde 2019, más que en los 10 años anteriores combinados, con los italianos a la cabeza del recuento, seguidos por los holandeses y luego los traficantes de los Balcanes.

Fuentes del narcotráfico en Medellín, el centro de operaciones de InSight Crime, han hablado de esfuerzos concertados para desarrollar mercados de cocaína en Asia. Aquí hay fuertes clases medias con importantes ingresos, mercados vírgenes maduros para la explotación. Los traficantes consultados no expresaron preocupación alguna por la caída de los precios internacionales.  Estaban centrados en diversificar los mercados más allá de los destinos tradicionales de Estados Unidos y Europa Occidental.

La ONUDD también cree que la interrupción de la cadena de producción de cocaína en Colombia será probablemente temporal.

«La situación parece muy temporal en los enclaves de producción y se espera que una vez se defina el control del negocio se reanude el ritmo de producción», dijo Welsch.

El control del negocio se logrará cuando una de las facciones enfrentadas consiga el control hegemónico de determinadas zonas cocaleras. En la actualidad, la ideología desempeña un papel secundario en el conflicto civil colombiano y las distintas facciones ya han mostrado su disposición a colaborar con los enemigos a fin de maximizar los ingresos procedentes del tráfico de drogas. Aunque el conflicto entre las diferentes facciones continuará en ciertas partes de Colombia durante 2024, en otras parece probable que se negocien nuevas líneas de frente y acuerdos de cooperación, lo que permitirá que el negocio de la cocaína florezca de nuevo.

Mientras que el cultivo de coca ha crecido exponencialmente en Colombia, los otros países productores, Perú y Bolivia, también han experimentado aumentos. Lo preocupante en estas dos naciones es cómo el caos político está empujando las estrategias antinarcóticos cada vez más abajo en la lista de prioridades gubernamentales.

En Perú, el presidente Pedro Castillo fue destituido y encarcelado en diciembre de 2022, mientras que su vicepresidenta y sucesora, Dina Boluarte, se ha enfrentado a disturbios civiles generalizados. En Bolivia, una guerra civil en el seno del partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), entre el actual presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales, ha copado la agenda política. Bolivia se prepara para celebrar elecciones generales a la presidencia y al Congreso en 2024.

En Colombia, Petro ha visto sus índices de aprobación en el punto más bajo de su mandato. Todo esto significa que habrá una resistencia decreciente al tráfico de cocaína durante 2024 en las principales naciones productoras, mientras el crimen organizado transnacional resuelve sus problemas en la cadena de suministro.

Un hecho preocupante ha sido el establecimiento de plantaciones industriales de coca fuera de los tres cultivadores tradicionales de Colombia, Perú y Bolivia. Venezuela, Guatemala y Honduras han reproducido el sistema de producción de cocaína establecido en Colombia, con campos de coca junto a laboratorios y pistas de aterrizaje o cerca de otros puntos de partida. Aunque todavía está en sus inicios en estas naciones, Colombia ha demostrado que, a pesar de los miles de millones de ayudas estadounidenses destinadas a reducir la producción, una vez que la coca echa raíces es muy difícil de erradicar.

«Ahora se puede cultivar coca fácilmente fuera de los Andes», afirma Uribe, que también es experto en el cultivo de coca. «Los traficantes han cruzado ahora distintas cepas que pueden crecer en condiciones diferentes, con un contenido mucho más alto de alcaloides para obtener más cocaína por hectárea. Centroamérica es ahora un lugar ideal para cultivar coca».

Los daños del tráfico de cocaína no se limitan a las naciones productoras. A medida que mejora la interdicción en Colombia, los traficantes tienen que encontrar nuevas formas de llevar la droga al mercado. Y como no hay un puente terrestre con Europa, el tráfico marítimo es la norma, lo que significa que los puertos con transporte internacional de contenedores son especialmente buscados por el crimen organizado transnacional.

«Estamos viendo crecientes volúmenes de cocaína que se mueven por tierra hacia los países vecinos», dijo un analista de la policía, que no estaba autorizado a hablar on the record. «Hay poca resistencia para los cargamentos de droga que cruzan a Venezuela, por ejemplo, y por eso parece que se mueve más cocaína hacia puntos de salida en el Caribe».

Tal vez la historia más aleccionadora de los peligros para cualquier nación de tránsito es la de Ecuador durante 2023. Con el puerto de Guayaquil como uno de los principales puntos de contaminación de contenedores con cargamentos de cocaína que se dirigen a Europa, el país ha visto cuadruplicar su tasa de asesinatos en los últimos cinco años y experimentar un crecimiento sin precedentes del crimen organizado autóctono, aliado con organizaciones de narcotraficantes colombianos, mexicanos y europeos. Tanto es así que los criminales no dudaron, en agosto de 2023, en asesinar a un candidato presidencial, Fernando Villavicencio, que hacía campaña con una dura plataforma de seguridad.

La cocaína ha sido durante mucho tiempo la base del crimen organizado transnacional en América Latina y el Caribe. Aunque la producción de drogas sintéticas, la extracción ilegal de oro, el contrabando y la trata de personas, así como los delitos contra el medio ambiente, reportaron miles de millones a los grupos delictivos en 2023, la cocaína sigue siendo el principal motor de la evolución y los ingresos de la criminalidad.

Así pues, cuando esos ingresos por cocaína pueden aumentar en miles de millones de dólares, las amenazas para América Latina y el Caribe son potencialmente muy graves.

¿Cuántos nuevos miembros de los cárteles se pueden reclutar con el aumento de los ingresos por cocaína? ¿Cuántos funcionarios pueden corromperse, a cuántas comunidades pueden ganarse, cuánta más penetración del Estado y gobernanza criminal veremos en una región donde la democracia ya está sitiada? ¿Y cuánta más violencia se generará a medida que los diferentes grupos criminales, con aliados incrustados en el Estado, luchen por el control del comercio? América Latina y el Caribe es ya la región más violenta del mundo, con solo el 8% de la población mundial y cerca del 30% de los asesinatos.

América Latina se enfrenta a un nuevo reto en una economía criminal establecida durante 2024. Mientras que Europa ha despertado a las amenazas que el tráfico de cocaína representa para el Viejo Continente, dedicando más recursos y en casa y aguas arriba, para luchar contra el flujo de drogas, Estados Unidos, durante mucho tiempo el actor regional dominante en la lucha contra la cocaína, ha perdido el foco.

El fentanilo y la migración dominan la agenda política en Washington, incluso cuando el país se prepara para las elecciones presidenciales, mientras la influencia estadounidense en América Latina disminuye, especialmente en las dos naciones clave en la lucha contra el azote de la cocaína: Colombia y México.Mientras el crimen organizado transnacional se centrará durante 2024 en la bonanza de la cocaína, los políticos de toda la región estarán distraídos.