La leyenda del reloj más icónico de Praga que tiene a sus ciudadanos temiendo el día que se pare

Julia Alegre Barrientos

Solo ha dejado de funcionar un par de veces, quizá alguna más, en sus 614 años de historia y, a pesar de la fiabilidad que lo avala, el reloj astronómico de Praga tiene la capacidad de poner a temblar a toda una ciudad ante la posibilidad casi remota de que su mecanismo se detenga algún día. La maldición señala que algo terrible sucederá y la mala suerte perseguirá a los praguenses si eso sucede.

El reloj astronómico de Praga el símbolo por antonomasia de la capital de la República de Checa. De toda la nación, en realidad. El orgullo patrio de los checos representado en este prodigio de la ingeniería humana y no es para menos. Tildarlo de maravilla es quedarse corto. Nadie que visite Praga puede no detenerse a observarlo encarecidamente, situado en una de las fachadas de la Torre del Ayuntamiento de la ciudad vieja. Ahí fue instalado en el año 1410, en plena Edad Media, y ahí sigue. Una fecha que lo convierte en el tercer reloj astronómico más antiguo del mundo y el más longevo todavía en pleno funcionamiento.

De una belleza extraordinaria, fue creado por el relojero Nicolás de Kadan mano a mano con Jan Šindel, religioso y profesor de matemáticas y astronomía de la Universidad Carolina de Praga. Esta es la historia oficial que nada tiene que ver con el relato ficticio que se asocia con su creación y que ha cobrado fuerza con el paso de los años. Es lo que tiene el chisme: a veces resulta más interesante que la realidad. Cuenta la leyenda que el maestro Hanuš, cuyo verdadero nombre era Jan Růže, lo fabricó junto a su ayudante Jakub Čech en 1490. La creación pronto se convirtió en la envidia de Europa y en una innovación tecnológica comparable a lo que sentimos los humanos contemporáneos cuando vimos aparecer el celular. Algo así.

Un día como cualquier otro, los gobernantes de Praga de aquella época hicieron comparecer a Hanuš ante su presencia. Querían saber si el relojero era capaz de replicar este nuevo símbolo de la ciudad y hacer otro idéntico. Hanuš, que pensaba que le estaban haciendo una oferta de trabajo, respondió que sí sin prever que, inmediatamente después, le quemarían los ojos para que eso nunca sucediera. Llegados a este punto, las versiones de lo que aconteció bailan. La primera defiende que Jakub Čech vengó a su maestro introduciendo su mano en el mecanismo del reloj para que dejara de funcionar. Lo consiguió a costa de quedarse manco. La segunda estipula que fue el propio Hanuš quien optó por esta drástica vía. Su destino, sin embargo, es mucho más lúgubre que la de su ayudante: destrozó el reloj, sí, y también perdió la vida. Murió desangrado allí mismo, delante de su creación.

Sea como fuere, el reloj astronómico de Praga fue una de las estructuras gravemente dañadas por los bombardeos nazis durante los días 7 y 8 de mayo de 1945. Esto en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. En su esfuerzo por frenar las protestas de la resistencia checa y a pocas horas de la entrada del ejército soviético para liberar la ciudad, los soldados del III Reich dirigieron sus ataques a la ciudad vieja y el Ayuntamiento acabó en llamas. Después de someterse a unos trabajos de restauración importantes, la maquinaria volvió a funcional en 1948.

Funcionamiento del reloj astronómico de Praga

La compleja maquinaria que caracteriza el reloj astronómico de Praga consta de tres partes diferenciadas, pero análogas, cada una con una función concreta: el cuadrante astronómico, el calendario circular y las figuras animadas. El primero muestra cuatro tipos de hora para medir el paso del tiempo: la babilónica, marcada con los números arábigos que señala un pequeño sol dorado; la hora checa antigua, que cuenta las 24 horas del día desde la puesta del sol; la hora alemana, identificada en números, romanos que mide el día desde la medianoche en dos tramos de 12 horas; y, finalmente, la hora astral (zodiaco), vinculado a los astros y a la Luna. Esto es: 24 horas medidas a partir de la culminación del punto de primavera.

El calendario circular, por su parte, fue añadido en 1870. Muestra, por medio de 12 medallones, los doce meses del año. Las escenas campestres y estacionales que están representadas en cada medallón, vinculadas a la vida rural, son obra del pintor Josef Manés. Por último, encontramos las figuras móviles laterales, que simbolizan la vanidad, la avaricia, la muerte y la lujuria, incluidas en el reloj desde el siglo XVII, y las de los 12 apóstoles, que datan del siglo XIX. Todas ellas se mueven cuando el reloj marca las horas entre las ocho de la mañana y las nueve de la noche. Las primeras lo hacen estáticas en su sitio. Los apóstoles, en cambio, desfilan sobre una ventana localizada en la parte superior del reloj. Cuando se sucede esta auténtica escenificación teatral, un gallo de madera añadido en 1882 canta y aletea. Es entonces cuando resuenan con estruendo las campanas, anunciando que el reloj, para tranquilidad de los praguenses, funciona a todo gas.