Los niños latinoamericanos de hoy vivirán el triple de sequías que otras generaciones
El País
En entrevista con América Futura, Moa Cortobio, de Save the Children, explica cómo la crisis climática vulnera los derechos de la infancia en la región, afectando su salud y educación
A principios de este año, el Grupo Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático, conocido también como IPCC, publicó una de las figuras más impactantes que hay sobre la crisis climática. En esta, se puede ver la diferencia de temperaturas con las que ha tenido que vivir una persona que nació en 1950 y que actualmente estaría rondando los 70 años, una que nació en 1980 y tendrá 70 años en 2050, y un niño que nació en 2020 y alcanzaría los 70 años hacía 2090. Su destino a esa edad, se sabe con certeza, será mucho más caluroso al que vivieron las otras dos personas, pero dependiendo de las decisiones que tomemos hoy podrá ser 1°C o 3.5° más cálido de lo que quizá soporto su abuelo.
La figura no es impactante porque muestre osos polares sin hogar, incendios o inundaciones, sino porque da luces del futuro que tendrán que vivir quienes actualmente son niños y niñas. Es más, da una idea de las condiciones a las que se están sometiendo actualmente: antes de poder votar, incluso antes de aprender a pronunciar una palabra. La crisis climática también es una crisis de los derechos de la infancia: es impedirles vivir sanos a aquellos a los que muy pocas veces se les consultan nuestras decisiones. “Debemos dejar de ver a niños, niñas y adolescentes solo como población vulnerable ante el cambio climático, y empezar a invitarlos a las negociaciones”, afirma Moa Cortobio, asesora regional de Cambio Climático Regional para Save The Children en entrevista con América Futura.
Pregunta. ¿Por qué la crisis climática también es una crisis de los derechos de la infancia?
Respuesta. La crisis climática junto con la degradación ambiental que vemos en todo el mundo, incluida América Latina, tiene un impacto integral sobre todos los derechos de los niños, niñas y adolescentes. En el derecho a la salud, por ejemplo, porque se estima que el 88% de la carga decimal de enfermedades por el cambio climático recaerá sobre niños y niñas menores de 5 años. También está el acceso a la educación, que se ve severamente afectada por inundaciones, o por deslaves, que perjudican la infraestructura, cortan la electricidad y las vías, e impide que los niños y niñas puedan estudiar. Con las olas de calor es similar: las escuelas tienen que cerrar. Tanto en México como en Bolivia hemos visto que se ha dado un domo de calor, que el Fenómeno de El Niño se encuentra con el cambio climático, generando calores extremos que obligan a las escuelas a cerrar. Y, además, que el calor como tal baja el rendimiento escolar de los niños y niñas. También en Guatemala estamos trabajando con familias agrícolas que, ante la sequía, sacan a niños y niñas de las escuelas porque, así la educación sea gratuita, implica un costo en uniformes y útiles escolares. Entonces, durante la sequía, se pierden los cultivos, los recursos son más limitados y los padres terminan sacando a los hijos de los colegios para poder sostenerse.
- ¿Hay algún dato que indique cuál es el impacto del cambio climático específicamente en niños de América Latina y el Caribe?
- Es todavía un área compleja de entender, porque están los impactos por desastres, sequías, erosiones y tormentas tropicales, etc. Muchas veces, los datos sobre afectados que nos llegan son de población en general, y es difícil saber exactamente cuál es la población de niños y niñas afectados. Pero desde Save The Childrenhemos hecho un cálculo intentado comparar la situación de los niños y niñas que nacieron hace unos 30 años con los que nacieron hoy en día. Así, hemos estimado que, si seguimos con la trayectoria actual de emisión de gases de efecto invernadero, los niños y niñas de hoy van a enfrentarse a dos veces más a pérdidas de cultivos, a cuatro veces más olas de calor y tres veces más sequías que los niños y niñas de otras generaciones. Son problemas muy severos.
- Acabamos de salir de una pandemia que, particularmente en América Latina, dejó la educación en vilo. ¿Cómo será afectada, además, por la crisis climática?
- Sí. La crisis de la covid-19 ha dejado afectado tanto el sistema de educación como el de la economía familiar en toda la región. Y si llegan nuevas olas de calor o choques climáticos, se va a agudizar el retraso con el que vienen los estudiantes, porque van a perder más clase. En este momento hay muchos riesgos. Lo que queda de este año y, el próximo, en particular con el fenómeno de El Niño, es en verdad urgente que ejerzamos presión y logremos el financiamiento para garantizar que las escuelas estén preparadas. Hay que asegurar que los niños y niñas puedan seguir estudiando, así como que sus familias tengan asegurada su comida y sus recursos para no tener que sacarlos de las escuelas.
- Unicef ha publicado datos como que, en América Latina y el Caribe, alrededor de 2,3 niños, niñas y adolescentes han sido desplazados por desastres relacionados al clima en seis años. ¿Cómo ve esta relación?
- Es importante. Lo que sabemos es que la crisis de migración de América Latina es la que más niños y niñas mueve.Aquí se estima que tenemos un 25% de niños y niñas dentro del grupo de personas en movilidad y eso es el doble o más que en otras regiones. Además, aunque es muy difícil calcular cuál es la contribución de la crisis climática a la migración, lo que sí sabemos es que, según datos de 2022, el 70% de las personas que se desplazaron dentro de su mismo país, lo hicieron por causas relacionadas a amenazas climáticas, como inundaciones y tormentas. Pero más allá de ver el tema del cambio climático como un factor expulsor, es importante tener en cuenta los riesgos que niños, niñas y adolescentes enfrentan en las trayectorias, en el camino. ¿Qué pasa si estás caminando por una carretera y hay una tormenta o una ola de calor? Lo segundo que hay que mirar es a dónde llegan, porque suelen asentarse en zonas donde nadie más vive precisamente porque son zonas de alto riesgo. Y así, es un circulo vicioso, porque vuelven a quedar expuestos a diferentes tipos de amenazas climáticas.
- ¿Hay algún Gobierno en la región que esté pensando en esta relación entre el cambio climático y la infancia desde sus políticas públicas?
- Se ha hecho un análisis de los compromisos climáticos nacionales de los países de la región y, mientras algunos sí tienen un abordaje para niños, niñas y adolescentes, otros los toman dentro de la sombrilla de poblaciones vulnerables. ¿Entonces que hay un reconocimiento general? Sí. Pero nosotros desde Save The Childrencreemos que es fundamental movernos de un reconocimiento de niños, niñas y adolescentes como población vulnerable a incluirlos en los procesos de negociación, a escucharlos. Por poner un ejemplo, actualmente estamos trabajando con el Gobierno de Perú para generar su estrategia de participación de niños, niñas y adolescentes dentro del marco de su estrategia de cambio climático a 2050. Igualmente, sé que hay varios países en el que los Gobiernos están haciendo un esfuerzo para hacerlo. Sin embargo, faltan los recursos y financiamiento climático dirigido a niños, niñas y adolescentes. Hoy en día se estima que menos del 2% del financiamiento climático a nivel global va dirigido específicamente a ellos. Además, necesitamos políticas que aseguren la protección de sus derechos y que ellos puedan participar, formar parte de las acciones. Vale la pena recordar que hace menos de un mes salió la observación general número 26 al Convenio de Niños, Niñas y Adolescentes, en el que, por fin, se reconoce el derecho al ambiente sano y seguro como un derecho fundamental e intrínseco a otros derechos. El País.