El cambio de opinión radical de Milei tras solo una semana de presidente
Se suele decir que la política es el arte de lo posible. Mediante la negociación y el diálogo se puede conseguir casi cualquier cosa, incluso que dos enemigos irreconciliables se unan en un interés común. Y es que si algo define a un buen político es el pragmatismo: encontrar consensos donde antes solo había recelos. Una receta que parece estar aplicando al pie de la letra Javier Milei.
El recién elegido presidente de Argentina lleva menos de una semana en el cargo, pero estos pocos días ya han sido suficientes para variar su postura de forma radical en sus relaciones con China. Y lo que antes eran amenazas de romper relaciones, ahora son buenas palabras y un deseo de colaboración estrecha. El cargo y las necesidades del país mandan por encima de las filias y fobias personales.
Y al igual que ocurrió con Giorgia Meloni en Italia, que una vez que llegó al poder tuvo que moderar o eliminar varias de sus propuestas más rompedoras, a Milei en Argentina le puede ocurrir lo mismo.
Han sido muchas las descalificaciones que ha pronunciado el presidente argentino en los últimos años contra China. En agosto de 2023, tras ganar las elecciones primarias, Milei acusó al gigante asiático de «asesinar» a sus ciudadanos «que quieren ser libres». Además, en el pasado afirmó que «no haría negocios con los chinos» y que cortar relaciones «no sería una tragedia macroeconómica».
Pero en política el tiempo lo es todo. En muchas ocasiones, solo unos pocos días han sido suficientes para que cayeran Gobiernos enteros, por lo que varios meses es un mundo. Uno lo suficientemente grande y cambiante como para que un régimen «asesino» ayer sea el amigo del mañana.
Y todo apunta a que Argentina y China van a mantener una alianza fuerte. Así lo ha asegurado la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, Mao Ning, que ha transmitido «la gran importancia» que Milei va a dar a los vínculos con Pekín.
Además, Milei también le aseguró al enviado chino su disposición a “promover más intercambios y cooperación” con el gigante asiático, y “en varios ámbitos”. Finalmente, señaló que Argentina “seguirá firmemente la política de ‘una sola China’”.
Toda una declaración de intenciones la transmitida al enviado chino que contrasta con las palabras pronunciadas en el pasado contra el gigante asiático, pero que son toda una lección de pragmatismo político. No se puede olvidar que China es el segundo socio comercial del país sudamericano y el primer mercado de exportación de sus productos agrícolas. Un aliado fundamental al que no se puede dejar de lado de buenas a primeras. Y menos con los intereses económicos que hay en juego.
Pekín es prestamista de Buenos Aires gracias a unos créditos swap en yuanes para pagar el préstamo al Fondo Monetario Internacional y otras urgencias. De hecho, tal y como cuenta La Nación, una de las primeras medidas de Milei fue pedir por carta a Xi Jinping, presidente chino, la renovación de este acuerdo con el envío de 5.000 millones de dólares para afrontar vencimientos del FMI.
¿Y Brasil?
Así pues, parece claro que Milei va a tener que tragar con China por muy poco que le guste su régimen. Algo similar a lo que le va a pasar con Brasil. Pese a que el presidente argentino también se mostró dispuesto a romper relaciones con esta potencia regional, no se puede dejar de lado que se trata del principal socio comercial de Argentina, representando el 21% del comercio total del país.
Toca, por tanto, dar marcha atrás en este aspecto y adaptarse a la situación. La política vuelve a ser el arte de lo posible. Y Argentina no es una excepción.